La pizza napolitana, más cerca de convertirse en patrimonio universal.



Para
llevarse a la boca una pizza napolitana primero hay que cocinarla y esto
requiere seguir unos pasos que sus artesanos más apasionados han elevado a la
categoría de arte y que podrían llegar a ser parte del Patrimonio Cultural Inmaterial
de la Humanidad. El denominado "arte de los pizzeros napolitanos"
acaba de ser incluido en la lista de candidaturas que desde esta semana
revisarán los expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en un largo proceso de selección
que no culminará hasta 2016. Pero en la ciudad de Nápoles, en el sur de Italia,
ya celebran haber superado la primera criba, realizada a nivel nacional,
mientras buscan el reconocimiento mundial a esa tradición gastronómica.
"Es un saber transmitido de generación en generación", apuntaba esta
semana Claudio Sebillo, directivo de la asociación de los 'pizzaiuoli'
(pizzeros) napolitanos, la cual impulsa ahora la recogida de un millón de
firmas después de las 300.000 presentadas el año pasado para respaldar la
iniciativa.

Con
orgullo comentaba Sebillo que el arte de hacer pizza es una "habilidad
inimitable" que, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares, mantiene
su espíritu artesanal tanto en la preparación de la masa como en el momento de
echar mano de ella y hacerla volar para extenderla. Como buen purista en la
materia, desconfía de quienes no cocinan la pizza a la manera napolitana: en
hornos que estén a unos 450 grados centígrados y por noventa segundos. Si no se
hace así, "queda más crujiente", dice con cierta desaprobación.
Sebillo considera que "el pizzero se aproxima cada vez más a la figura del
chef" y que en la última década el negocio de la pizza, icono donde los
haya de la cocina italiana, se ha disparado pese a la crisis generalizada en el
sector de la restauración. Su expansión por el mundo ha sido, además, uno de
los criterios que la Comisión italiana para la Unesco ha tomado en
consideración para aceptar su candidatura, explicaba su presidente, Giovanni
Puglisi.

Además,
agrega, es un buen momento para resaltar la importancia de este plato,
coincidiendo con la Expo de Milán, que el próximo mayo abrirá sus puertas
dedicada a la nutrición. Pizza, alimento simple y muy completo Según la
especialista del Instituto Nacional de la Nutrición Laura Rossi, la pizza,
entendida como pasta, tomate, mozzarella y aceite, tiene unas 350 calorías por
cada cien gramos. Una opción completa y rica en carbohidratos en la que las
proteínas de los cereales de la pizza y de la leche de ese queso se
complementan, y de esa mezcla sale un producto que encandila "en todo el
mundo", destaca la nutricionista. Solo hay que ver la evolución de una
pizza como la 'margherita', prototipo de la napolitana, que según la tradición
fue preparada por el pizzero Raffaele Esposito en 1889 para la entonces reina
de Italia, Margarita de Saboya. De supuesto origen real, esa pizza es ahora uno
de los platos más populares: así lo atestiguan las personas que en Nápoles y
otras ciudades hacen fila cada día a las afueras de las pizzerías por una
generosa ración de lo que podría convertirse en futuro patrimonio de la
humanidad.



Fuente: www.20minutoses/
Para llevarse a la boca
una pizza napolitana primero hay que cocinarla y esto requiere seguir
unos pasos que sus artesanos más apasionados han elevado a la categoría
de arte y que podrían llegar a ser parte del Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad.

El denominado "arte de los pizzeros napolitanos" acaba de ser incluido
en la lista de candidaturas que desde esta semana revisarán los expertos
de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (Unesco) en un largo proceso de selección que no culminará
hasta 2016.

Pero en la ciudad de Nápoles, en el sur de Italia, ya celebran haber
superado la primera criba, realizada a nivel nacional, mientras buscan
el reconocimiento mundial a esa tradición gastronómica. "Es un saber
transmitido de generación en generación", apuntaba esta semana Claudio
Sebillo, directivo de la asociación de los 'pizzaiuoli' (pizzeros)
napolitanos, la cual impulsa ahora la recogida de un millón de firmas
después de las 300.000 presentadas el año pasado para respaldar la
iniciativa.

Con orgullo comentaba Sebillo que el arte de hacer pizza es una
"habilidad inimitable" que, a diferencia de lo que ocurre en otros
lugares, mantiene su espíritu artesanal tanto en la preparación de la
masa como en el momento de echar mano de ella y hacerla volar para
extenderla.

Como buen purista en la materia, desconfía de quienes no cocinan la
pizza a la manera napolitana: en hornos que estén a unos 450 grados
centígrados y por noventa segundos. Si no se hace así, "queda más
crujiente", dice con cierta desaprobación.

Sebillo considera que "el pizzero se aproxima cada vez más a la figura
del chef" y que en la última década el negocio de la pizza, icono donde
los haya de la cocina italiana, se ha disparado pese a la crisis
generalizada en el sector de la restauración.

Su expansión por el mundo ha sido, además, uno de los criterios que la
Comisión italiana para la Unesco ha tomado en consideración para aceptar
su candidatura, explicaba su presidente, Giovanni Puglisi. Además,
agrega, es un buen momento para resaltar la importancia de este plato,
coincidiendo con la Expo de Milán, que el próximo mayo abrirá sus
puertas dedicada a la nutrición.
Pizza, alimento simple y muy completo

Según la especialista del Instituto Nacional de la Nutrición Laura
Rossi, la pizza, entendida como pasta, tomate, mozzarella y aceite,
tiene unas 350 calorías por cada cien gramos. Una opción completa y rica
en carbohidratos en la que las proteínas de los cereales de la pizza y
de la leche de ese queso se complementan, y de esa mezcla sale un
producto que encandila "en todo el mundo", destaca la nutricionista.

Solo hay que ver la evolución de una pizza como la 'margherita',
prototipo de la napolitana, que según la tradición fue preparada por el
pizzero Raffaele Esposito en 1889 para la entonces reina de Italia,
Margarita de Saboya.

De supuesto origen real, esa pizza es ahora uno de los platos más
populares: así lo atestiguan las personas que en Nápoles y otras
ciudades hacen fila cada día a las afueras de las pizzerías por una
generosa ración de lo que podría convertirse en futuro patrimonio de la
humanidad.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2422913/0/pizza/napoles/patrimonio-universal/#xtor=AD-15&xts=467263
Para llevarse a la boca
una pizza napolitana primero hay que cocinarla y esto requiere seguir
unos pasos que sus artesanos más apasionados han elevado a la categoría
de arte y que podrían llegar a ser parte del Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad.

El denominado "arte de los pizzeros napolitanos" acaba de ser incluido
en la lista de candidaturas que desde esta semana revisarán los expertos
de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (Unesco) en un largo proceso de selección que no culminará
hasta 2016.

Pero en la ciudad de Nápoles, en el sur de Italia, ya celebran haber
superado la primera criba, realizada a nivel nacional, mientras buscan
el reconocimiento mundial a esa tradición gastronómica. "Es un saber
transmitido de generación en generación", apuntaba esta semana Claudio
Sebillo, directivo de la asociación de los 'pizzaiuoli' (pizzeros)
napolitanos, la cual impulsa ahora la recogida de un millón de firmas
después de las 300.000 presentadas el año pasado para respaldar la
iniciativa.

Con orgullo comentaba Sebillo que el arte de hacer pizza es una
"habilidad inimitable" que, a diferencia de lo que ocurre en otros
lugares, mantiene su espíritu artesanal tanto en la preparación de la
masa como en el momento de echar mano de ella y hacerla volar para
extenderla.

Como buen purista en la materia, desconfía de quienes no cocinan la
pizza a la manera napolitana: en hornos que estén a unos 450 grados
centígrados y por noventa segundos. Si no se hace así, "queda más
crujiente", dice con cierta desaprobación.

Sebillo considera que "el pizzero se aproxima cada vez más a la figura
del chef" y que en la última década el negocio de la pizza, icono donde
los haya de la cocina italiana, se ha disparado pese a la crisis
generalizada en el sector de la restauración.

Su expansión por el mundo ha sido, además, uno de los criterios que la
Comisión italiana para la Unesco ha tomado en consideración para aceptar
su candidatura, explicaba su presidente, Giovanni Puglisi. Además,
agrega, es un buen momento para resaltar la importancia de este plato,
coincidiendo con la Expo de Milán, que el próximo mayo abrirá sus
puertas dedicada a la nutrición.
Pizza, alimento simple y muy completo

Según la especialista del Instituto Nacional de la Nutrición Laura
Rossi, la pizza, entendida como pasta, tomate, mozzarella y aceite,
tiene unas 350 calorías por cada cien gramos. Una opción completa y rica
en carbohidratos en la que las proteínas de los cereales de la pizza y
de la leche de ese queso se complementan, y de esa mezcla sale un
producto que encandila "en todo el mundo", destaca la nutricionista.

Solo hay que ver la evolución de una pizza como la 'margherita',
prototipo de la napolitana, que según la tradición fue preparada por el
pizzero Raffaele Esposito en 1889 para la entonces reina de Italia,
Margarita de Saboya.

De supuesto origen real, esa pizza es ahora uno de los platos más
populares: así lo atestiguan las personas que en Nápoles y otras
ciudades hacen fila cada día a las afueras de las pizzerías por una
generosa ración de lo que podría convertirse en futuro patrimonio de la
humanidad.

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